EE.UU. endurece su presión sobre Venezuela con operaciones navales, mientras Trump asegura que Maduro enfrenta sus últimos días en el poder.
Durante una conferencia en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump declaró que “los días de Nicolás Maduro están contados”, aunque aseguró que no cree que Estados Unidos vaya a la guerra con Venezuela. La frase encendió las alarmas diplomáticas y elevó la tensión en el Caribe, donde buques de guerra estadounidenses han intensificado operaciones navales en las últimas semanas.
La administración norteamericana sostiene que estas acciones forman parte de una ofensiva contra el narcotráfico, pero en Caracas se interpretan como una muestra de fuerza y presión política para provocar un cambio de gobierno. Maduro respondió calificando las maniobras de “provocaciones imperialistas” y ordenó reforzar la presencia militar venezolana en las costas del país.
El congresista republicano Dan Crenshaw expresó su apoyo a las operaciones navales, argumentando que buscan frenar el tráfico de drogas y proteger los intereses de Estados Unidos en la región. Sin embargo, subrayó que no respalda por ahora ninguna intervención terrestre.
Desde Moscú, el portavoz del Kremlin instó tanto a Washington como a Caracas a resolver sus diferencias mediante el diálogo, advirtiendo que una escalada militar podría desestabilizar aún más la región. Rusia ha reiterado su apoyo político a Maduro y ha denunciado el uso “excesivo” de la fuerza por parte de Estados Unidos en el Caribe.
La situación refleja una creciente tensión geopolítica: mientras Washington insiste en que el régimen de Maduro está agotado y busca presionarlo mediante demostraciones militares, intenta mantener un discurso público de cautela para evitar que la confrontación derive en guerra abierta. En tanto, la comunidad internacional observa con preocupación la posibilidad de que una operación naval destinada a combatir el narcotráfico se convierta en el detonante de un nuevo conflicto en el hemisferio.
